Al principio sabemos que estar en medio de una tormenta no es fácil. No vemos el norte; y, por más que nos dicen que todo irá bien, no lo creemos. Pero, hay que hacer todo lo que podamos.

Debemos ocuparnos de nuestro hijo y también de la pareja, de los otros hijos y de nosotros mismos. ​Ésto no es una carrera de velocidad sino de persistencia. Necesitan que los observemos y les demos el tratamiento que necesitan. Si vemos que algo no funciona, cambiar rápidamente; como así también darle el tiempo al tratamiento para que éste haga efecto.

Siempre es necesario pedir peras al olmo, porque... a veces... te las da. Pero, si luego de probar, vemos que no hay resultados, no rendirse. Seguir intentándolo con otras opciones.

Debemos ser sinceros, no es fácil y no todos los casos logran tener una vida adulta autónoma. Pero, cuando se puede lograr... hay que darlo todo.
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Habrá días mejores y otros que necesitemos parar. Y también está bien. Y buscar un apoyo emocional que nos ayude. Porque ninguna madre es la mujer maravilla ni un padre es un superhéroe para llevar todo solo.